la calle del agua

Todo estaba reseco, y la tarde tan tórrida y silenciosa, que hasta las abejas se escuchaban.
Las piedras blancas y el polvo en suspensión.
Ella miraba a través de la celosía de la ventana. Nadie pasaba por la calle, sólo un perro famélico y con moscas.
La mirada absorta en el infinito cuando escuchó un estruendo ¡el trueno!.
La tarde se volvió noche.
Miró al cielo antes azul , ahora lleno de nubes negras.
Comenzó a llover como si el cielo quisiera caerse sobre la tierra. Y la calle ya no era calle, que era de agua.
Y ella abandonó la ventana y la celosía. Y escribió una carta de amor, a él, tan lejano en el mar, tan de noche.
Javier Serrano